En un laboratorio a dos pueblos de distancia de la mansión de Callie se veía un agitado grupo de científicos registrando en computadoras datos en códigos extraños alrededor de una pantalla central la cual mostraba un mapa de los alrededores.
“Dejamos que se escapara y ahora no sabemos que carajo hacer” pensó un anciano con rasgos ratoniles mientras miraba un punto rojo parpadeante fijo en el mapa “Lleva una semana sin moverse de allí, ¿estará muerto?” Él no sabía si pensar que era bueno que se haya muerto su experimento o malo, por un lado él era un arma un ser manipulado genéticamente para la guerra, pero por otro si fallecía, no sabrían los efectos nocivos de su creación.” Es hora de saberlo” pensó y llamó al general a cargo.
-Capitán, creo que es hora de ir a buscar a nuestro chico- dijo con voz áspera, que delataba su cansancio y vejez.
-------------o-------------
Después de ponerse ropa seca y que el médico dijera que Nathan no estaba grave pero si muy lastimado, junto con recomendaciones y licencias, luego vio a Daniel en la habitación contigua y entró con Callie, no dejaron entrar a nadie más.
-Sabes que no lo puedes dejar así, dopado toda la vida o hasta que lleguen tus padres- le dijo el médico.
-¿Prefiere que lo mate? ¿O que golpeé a mi hermano o a mi como se le dé la gana en cada borrachera?-dijo ella con el seño fruncido, luego sonrío amargamente- También pensé en enviarlo por encomienda a África-
-No me parecen pensamientos prudentes, Callie- le regañó – Lo mejor será que llames a tus padres-
-No harán nada para calmarlo- dijo seriamente la joven.
-Lo sé pero ellos podrían mitigar su violencia-
-No lo hará… La única solución racional que le veo a esto es que Nathan y yo no vayamos de esta casa de una maldita vez- luego miró el piso y se dio cuanta de que estaba apretando las manos en puños, los relajó y suspiró pesadamente. El médico le puso su mano en el hombro.
-Pero no lo has hecho, ¿qué es lo que te retiene?-
-El que esta casa es tanto nuestra como de ese lagarto, y por sus agresiones debemos irnos… Me parece cobarde de mi parte, y no tolero la cobardía- sus ojos ámbar expresaban tanto resentimiento como resolución, el médico suspiró y le dio una palmadita en el hombro.
-Puedes que juegues la vida de tu hermano con tu exceso de orgullo, Callie.- ella levantó la cabeza de golpe, sorprendida por la realidad de las palabras- Bueno, debo irme, y piénsalo bien Callie, esto es delicado-
Callie sólo logró asentir con la cabeza, las palabras no le salían y las repentinas palabras del doctor le dieron mucho que pensar. Entró a la habitación de Nathan y se sentó a su lado, pues este seguía bajos los efectos de la anestesia; le acarició la frente y luego su mano mientras pensaba en qué podría hacer…
El cuerpo de aquél bastardo había desaparecido de las orillas del lago, quizás se fue para siempre después de la paliza que le había propinado. Aun que si no fuera por el tacto de Callie… las cosas hubieran terminado bastante diferentes. Alan se sentó en la orilla, ya se había cambiado de ropa y estaba anocheciendo, el paisaje nocturno le impresionaba, la luna se reflejaba en el lago y este iluminaba las ramas bajas de los árboles de la orilla, todo danzante y tranquilo… Muy diferente a como se había sentido mientras golpeaba Hans, con cada golpe sentía una electricidad aterradora, estimulante y gratificante que lo impulsaba a golpear con más fuerza y rapidez, como si quisiera matarlo realmente. Un escalofrío recorrió la espalda de Alan y este se sacudió.
-Horrible, pero gratificante- dijo en voz baja. Y antes de aquello, la preocupación por Nathan, como si fuera su hermano pequeño, todavía recordaba cómo se le había tensado el estómago y como la sangre le bajaba de la cara cuando vio que no volvía a abrir sus ojos. Y finalmente, Callie, retraída y con apariencia dura, de seguro se estaba controlando para no alterar a nadie, pero por dentro…
Alan se frotó con fuerza el pelo. Cuando la abrazó, sintió como ella temblaba y al mojarse con sus lágrimas sentía que esa misma pena penetraba su piel hasta llegar al corazón. Pero al momento entendió algo, o al menos fue un presentimiento, pero no sabía si era bueno o malo; sintió que debía protegerla, que él podría hacer cualquier cosa por hacerla feliz y por proteger todo aquello que ella creyera importante… amor, lo que sentía por Callie era un profundo amor que se había forjado desde que vio las lágrimas en sus ojos ámbar, esas lágrimas que ahora juraba que no volvería a provocar y que a toda costa evitarían que cayeran nuevamente.
Un sonido estridente sonó a las espaldas de Alan y una luz rojiza iluminó por un momento el negro firmamento. Del sonido pudo reconocer algunas componentes, una explosión, rompimiento de vidrios, crujir de madera, gritos… de inmediato se dio vuelta y corrió hacia la casa, pero antes de que llegara al pequeño patio vio cómo Callie saltaba de una de las ventanas del segundo piso, con una pistola en la mano y con Nathan en su espalda, él aún inconsciente, y corrió hacia él.
-¡Alan corre!- gritó ella antes de pasar al lado suyo, lo jaló de la manga y corrieron hacia el bosque.